En Agosto del año 2009 un grupo de
integrantes del Rotary Club de Córdoba organizamos una reunión de compañerismo
y recorrimos parte del norte de la Provincia de Córdoba. La excursión
mencionada nos demandó una jornada completa y recorrimos 400 kilómetros a lo
largo de los cuales atravesamos ciudades, pueblos, caseríos y parte de senderos
históricos.
Villa de Tulumba.
La primera etapa fue en dicha localidad, que cuenta con una iglesia de estilo románico con imponentes muros construida desde el año 1882, dedicada a Nuestra Señora del Rosario.
En uno de sus costados aún se conservan los tapiales en ruinas de la Iglesia que le precedió desde el siglo XVI.
En su interior se destaca el sagrario
proveniente de la Catedral de Córdoba, es una joya en su género, construido en
cedro paraguayo por los indios de las Misiones Jesuíticas, finamente tallado,
dorado, afiligranada decoración floral y de ángeles policromado. Se lo ubica en
el siglo XVII y es digno de apreciar los ángeles vestidos y con rostros
mestizos, los capiteles de las columnas, las cabezas de los querubines y otras
figuras.
En la sacristía un Jesús crucificado,
tallado por los indígenas en época del barroco, articulado en su cabeza y sus
brazos, de perfecta anatomía, con rostro mestizo, ojos claros, mirada penetrante.
Debe mencionarse una imagen de La
Dolorosa ubicada en lo más alto de la Iglesia y otros detalles que son
mostrados a continuación.
Pasamos por la Oficina de Turismo y
Taller Artesanal, una vieja casona con paredes de adobe crudo de 80 cm. de
espesor, techo de paja y caña sostenido por tirantes de algarrobo; en él también
funciona un Museo.
Las calles empedradas (recuperadas) que fueron transitadas por muchos de los protagonistas de nuestra historia; las líneas coloniales de la mayoría de las viviendas, los muros de adobe y sus colores, las farolas, el templo, sus habitantes, los paisajes, todo ello anima el requerimiento de los artistas plásticos que les plasman en sus lienzos, en sus mayólicas, en sus fotografías.
Es ameno participar en transacciones
comerciales por artesanías que muestran toda la tradición regional y la
creatividad de sus autores, al mismo tiempo que se mezclan con el ofrecimiento
de hierbas aromáticas y medicinales o de empanadas y pastelitos fritados en
grasa.
Otros dos lugares de interés histórico
son: el Cristo de los Granaderos, que honra a los granaderos caídos en el
Combate de San Lorenzo, y la casona de los Reynafé, fácilmente individualizada
por una mayólica.
Camino Real.
Continuamos con el viaje, por un camino bordeado de monte achaparrado hasta desembocar en el Camino Real al Alto Perú, que en época de la Colonia vinculaba al Puerto de Buenos Aires con Lima.
Este camino tiene atractivo
turístico e histórico, en su trayecto lo acompaña un paisaje típico de palmeras
caranday y pajonales que aún mostraban el rigor del invierno, limitados por
pircas interminables.
Se siente una rara sensación al transitar por este camino de la historia que fue testigo de episodios cargados de intriga, secretos, conspiraciones, que sacudieron a la Región en época de la pre y post Independencia Argentina. Es preferible quedarse con la imagen que fue una ruta de intercambio mercantil con el Alto Perú.
Villa de San Pedro Norte.
Su origen se remonta a la merced de la tierra de la comarca que entregó el fundador de Córdoba don Jerónimo Luis de Cabrera a su hijo Pedro en el año 1602, con el fin de contar con un lugar de recambio y abastecimiento de ganado, de descanso y de espiritualidad para aquellos que recorrían el camino real, desde y hacia el Alto Perú.
Desde una apreciable distancia se divisa la monumental Iglesia de estilo
neoclásico con altos campanarios, estaba cerrada y apreciamos en su entorno,
casonas propias de la época de la colonia que contrastan con otras más modernas
y con un balneario de interesante diseño que es alimentado por el Río Los
Tártagos y nos acogió en nuestra segunda detención.
Estancia San Pedro Viejo.
Está ubicada sobre el Camino Real y a solo 4 km de la Villa de San Pedro Norte. Al arribar nos sorprendieron las construcciones coloniales, el lago, las aves acuáticas y en su entorno la capilla.La Capilla de San Pedro localizada en el predio de la estancia fue construida en piedra a fines del siglo XVII, consta de una sola nave y sacristía, techo de teja, con cabreadas y tirantes de madera de algarrobo; la puerta principal, la baranda del comulgatorio y el sagrario son de típico corte hispánico. Fue reconstruida.
Las imágenes que se veneran son de jerarquía, especialmente la imagen primitiva de su santo patrono el apóstol San Pedro, talla del siglo XVI realizada por aborígenes en madera policromada, articulada, con atuendo papal y de reducido tamaño, de allí que los pobladores del lugar le llaman San Pedrito. Le acompañan una imagen de La Dolorosa y otra de San Juan.
En sus inmediaciones y dentro del
casco de la estancia funcionó una posta, que brindaba recambio de caballos y
hasta de mulas para los arrieros, equipamiento y servicios que necesitaban los
viajeros de la época para trasladarse al y desde el Alto Perú.
En la estancia funciona el Hotel de Campo “San Pedro Viejo”, con paredes de adobe y piedra con un espesor superior a un metro, cabreadas de madera de quebracho colorado al igual que los adoquines de sus pisos y decoración al mejor estilo colonial criollo.
Continuamos nuestro viaje por el camino real que transcurre por suaves y polvorientas ondulaciones, atravesamos Caminiaga una pequeña localidad de calles angostas que demuestra ser muy tranquila, llaman la atención almacén de ramos generales, las artesanías de palma; y arribamos a:
Reserva Cultural de Cerro Colorado.
Después de unas cuantas horas de viaje nada mejor que hacer honor a la gastronomía regional con un exquisito asado.
Su nombre se inspira en el color de
la piedra arenisca que se presenta en el paisaje natural, se trata de una de
las reservas de arte rupestre más extraordinaria de América Latina. Este sitio
arqueológico representa el grado de desarrollo de sus habitantes previo a la
conquista española.
Fue descubierto en el año 1903 por
el poeta Leopoldo Lugones que residía en la región, a partir de ese momento fueron
muchos los que llegaron para investigar, vale la pena mencionar al arqueólogo
escocés G. Gardner, al noruego A. Pedersen, y a los investigadores de la
Universidad Nacional de Córdoba.
Los cerros son restos de antiguas
acumulaciones principalmente de areniscas silíceas y conglomerados de hace unos
230 millones de años. Areniscas rojas, ricas en óxido de hierro, también
rosadas y grises, dieron lugar a oquedades curiosas tales como aleros, grutas,
cavernas, que utilizaron los aborígenes comechingones y sanavirones para
realizar las pictografías con que plasmaron episodios históricos, su arte, sus
creencias, sus costumbres. Esas oquedades protegieron los dibujos de los agentes
atmosféricos.
Las pictografías en un número
superior a las 30.000, están ubicadas debajo de 350 aleros, y se estima que las
más antiguas superan los 1000 años. Se considera en el siglo IV de la era
cristiana las primeras pinturas, y el último jalón la llegada del conquistador
a mediados del siglo XVI.
Representan figuras indígenas con
arco y flecha, flecheros emplumados; al conquistador español con vestidura,
armas y cabalgadura; escenas de guerra; figuras de formas geométricas; la fauna
del lugar, llamas, pumas, ciervos, cóndores, reptiles; escenas de cacería.
Pintaban con el dedo o con
rudimentarios pinceles, en colores blanco, negro, gris, rojo. El preparado de
las pinturas era de método propio, la materia prima provenía de minerales
pulverizados y la mezclaban con grasa, sangre y excremento de animales en
morteros que se encuentran en las inmediaciones de las pictografías.
Después del recorrido de aleros, visitamos Agua Escondida, residencia del cantautor, poeta y músico, conocido por el seudónimo de Atahualpa Yupanqui. Actualmente en dicha propiedad funciona un Centro Cultural que incluye un museo que exhibe sus pertenencias y todos aquellos objetos que atesoró a lo largo de su carrera artística. Lamentablemente existía la prohibición de tomar fotografías.
La casa fue edificada a la orilla del
río Los Tártaros, en la ladera del Cerro, y rodeada de la flora del lugar,
reúne todas las condiciones para el hogar de un artista.
Bello!!!!!!! Como todos los demás lugares... en nuestra Córdoba tenemos muuuucho por recorrer y conocer!!!!!
ResponderEliminarViajar con tus imágenes, conocer su historia.... gracias!!! Felicitaciones!! Perla
ResponderEliminarGracias Perla por tu comentario.
EliminarEXCELENTE!!!
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