jueves, 27 de febrero de 2014

NORTE DE CÓRDOBA – ARGENTINA.

En Agosto del año 2009 un grupo de integrantes del Rotary Club de Córdoba organizamos una reunión de compañerismo y recorrimos parte del norte de la Provincia de Córdoba. La excursión mencionada nos demandó una jornada completa y recorrimos 400 kilómetros a lo largo de los cuales atravesamos ciudades, pueblos, caseríos y parte de senderos históricos.


Villa de Tulumba

La primera etapa fue en dicha localidad, que cuenta con una iglesia de estilo románico con imponentes muros construida desde el año 1882, dedicada a Nuestra Señora del Rosario.
En uno de sus costados aún se conservan los tapiales en ruinas de la Iglesia que le precedió desde el siglo XVI.

En su interior se destaca el sagrario proveniente de la Catedral de Córdoba, es una joya en su género, construido en cedro paraguayo por los indios de las Misiones Jesuíticas, finamente tallado, dorado, afiligranada decoración floral y de ángeles policromado. Se lo ubica en el siglo XVII y es digno de apreciar los ángeles vestidos y con rostros mestizos, los capiteles de las columnas, las cabezas de los querubines y otras figuras.


También conmueve la imagen de la Virgen Patrona, llegada a Córdoba en el año 1592, tiene el Niño en su brazo izquierdo, llamando la atención: el abundante cabello natural, la corona de plata, el vestido, el rosario con cuentas de nácar.
En la sacristía un Jesús crucificado, tallado por los indígenas en época del barroco, articulado en su cabeza y sus brazos, de perfecta anatomía, con rostro mestizo, ojos claros, mirada penetrante.
Debe mencionarse una imagen de La Dolorosa ubicada en lo más alto de la Iglesia y otros detalles que son mostrados a continuación.
Pasamos por la Oficina de Turismo y Taller Artesanal, una vieja casona con paredes de adobe crudo de 80 cm. de espesor, techo de paja y caña sostenido por tirantes de algarrobo; en él también funciona un Museo.



Las calles empedradas (recuperadas) que fueron transitadas por muchos de los protagonistas de nuestra historia; las líneas coloniales de la mayoría de las viviendas, los muros de adobe y sus colores, las farolas, el templo, sus habitantes, los paisajes, todo ello anima el requerimiento de los artistas plásticos que les plasman en sus lienzos, en sus mayólicas, en sus fotografías.
Es ameno participar en transacciones comerciales por artesanías que muestran toda la tradición regional y la creatividad de sus autores, al mismo tiempo que se mezclan con el ofrecimiento de hierbas aromáticas y medicinales o de empanadas y pastelitos fritados en grasa.
Otros dos lugares de interés histórico son: el Cristo de los Granaderos, que honra a los granaderos caídos en el Combate de San Lorenzo, y la casona de los Reynafé, fácilmente individualizada por una mayólica.


Camino Real

Continuamos con el viaje, por un camino bordeado de monte achaparrado hasta desembocar en el Camino Real al Alto Perú, que en época de la Colonia vinculaba al Puerto de Buenos Aires con Lima.
Este camino tiene atractivo turístico e histórico, en su trayecto lo acompaña un paisaje típico de palmeras caranday y pajonales que aún mostraban el rigor del invierno, limitados por pircas interminables.


Se siente una rara sensación al transitar por este camino de la historia que fue testigo de episodios cargados de intriga, secretos, conspiraciones, que sacudieron a la Región en época de la pre y post Independencia Argentina. Es preferible quedarse con la imagen que fue una ruta de intercambio mercantil con el Alto Perú.


Villa de San Pedro Norte

Su origen se remonta a la merced de la tierra de la comarca que entregó el fundador de Córdoba don Jerónimo Luis de Cabrera a su hijo Pedro en el año 1602, con el fin de contar con un lugar de recambio y abastecimiento de ganado, de descanso y de espiritualidad para aquellos que recorrían el camino real, desde y hacia el Alto Perú.
Desde una apreciable distancia se divisa la monumental Iglesia de estilo neoclásico con altos campanarios, estaba cerrada y apreciamos en su entorno, casonas propias de la época de la colonia que contrastan con otras más modernas y con un balneario de interesante diseño que es alimentado por el Río Los Tártagos y nos acogió en nuestra segunda detención.


Estancia San Pedro Viejo

Está ubicada sobre el Camino Real y a solo 4 km de la Villa de San Pedro Norte. Al arribar nos sorprendieron las construcciones coloniales, el lago, las aves acuáticas y en su entorno la capilla.


La Capilla de San Pedro localizada en el predio de la estancia fue construida en piedra a fines del siglo XVII, consta de una sola nave y sacristía, techo de teja, con cabreadas y tirantes de madera de algarrobo; la puerta principal, la baranda del comulgatorio y el sagrario son de típico corte hispánico. Fue reconstruida.


Las imágenes que se veneran son de jerarquía, especialmente la imagen primitiva de su santo patrono el apóstol San Pedro, talla del siglo XVI realizada por aborígenes en madera policromada, articulada, con atuendo papal y de reducido tamaño, de allí que los pobladores del lugar le llaman San Pedrito. Le acompañan una imagen de La Dolorosa y otra de San Juan.



En su Sacristía una importante galería de arte de Argentina exhibe una muestra de arte permanente.
En sus inmediaciones y dentro del casco de la estancia funcionó una posta, que brindaba recambio de caballos y hasta de mulas para los arrieros, equipamiento y servicios que necesitaban los viajeros de la época para trasladarse al y desde el Alto Perú.

En la estancia funciona el Hotel de Campo “San Pedro Viejo”, con paredes de adobe y piedra con un espesor superior a un metro, cabreadas de madera de quebracho colorado al igual que los adoquines de sus pisos y decoración al mejor estilo colonial criollo.




Algunas vistas privilegiadas del lugar.






Continuamos nuestro viaje por el camino real que transcurre por suaves y polvorientas ondulaciones, atravesamos Caminiaga una pequeña localidad de calles angostas que demuestra ser muy tranquila, llaman la atención almacén de ramos generales, las artesanías de palma; y arribamos a:


Reserva Cultural de Cerro Colorado

Después de unas cuantas horas de viaje nada mejor que hacer honor a la gastronomía regional con un exquisito asado.
Su nombre se inspira en el color de la piedra arenisca que se presenta en el paisaje natural, se trata de una de las reservas de arte rupestre más extraordinaria de América Latina. Este sitio arqueológico representa el grado de desarrollo de sus habitantes previo a la conquista española. 

Fue descubierto en el año 1903 por el poeta Leopoldo Lugones que residía en la región, a partir de ese momento fueron muchos los que llegaron para investigar, vale la pena mencionar al arqueólogo escocés G. Gardner, al noruego A. Pedersen, y a los investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba.
Los cerros son restos de antiguas acumulaciones principalmente de areniscas silíceas y conglomerados de hace unos 230 millones de años. Areniscas rojas, ricas en óxido de hierro, también rosadas y grises, dieron lugar a oquedades curiosas tales como aleros, grutas, cavernas, que utilizaron los aborígenes comechingones y sanavirones para realizar las pictografías con que plasmaron episodios históricos, su arte, sus creencias, sus costumbres. Esas oquedades protegieron los dibujos de los agentes atmosféricos.
Las pictografías en un número superior a las 30.000, están ubicadas debajo de 350 aleros, y se estima que las más antiguas superan los 1000 años. Se considera en el siglo IV de la era cristiana las primeras pinturas, y el último jalón la llegada del conquistador a mediados del siglo XVI.

Representan figuras indígenas con arco y flecha, flecheros emplumados; al conquistador español con vestidura, armas y cabalgadura; escenas de guerra; figuras de formas geométricas; la fauna del lugar, llamas, pumas, ciervos, cóndores, reptiles; escenas de cacería.













Pintaban con el dedo o con rudimentarios pinceles, en colores blanco, negro, gris, rojo. El preparado de las pinturas era de método propio, la materia prima provenía de minerales pulverizados y la mezclaban con grasa, sangre y excremento de animales en morteros que se encuentran en las inmediaciones de las pictografías.

Después del recorrido de aleros, visitamos Agua Escondida, residencia del cantautor, poeta y músico, conocido por el seudónimo de Atahualpa Yupanqui. Actualmente en dicha propiedad funciona un Centro Cultural que incluye un museo que exhibe sus pertenencias y todos aquellos objetos que atesoró a lo largo de su carrera artística. Lamentablemente existía la prohibición de tomar fotografías.
La casa fue edificada a la orilla del río Los Tártaros, en la ladera del Cerro, y rodeada de la flora del lugar, reúne todas las condiciones para el hogar de un artista.
Con la entrada del sol emprendimos el regreso.

4 comentarios:

  1. Bello!!!!!!! Como todos los demás lugares... en nuestra Córdoba tenemos muuuucho por recorrer y conocer!!!!!

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  2. Viajar con tus imágenes, conocer su historia.... gracias!!! Felicitaciones!! Perla

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