Cascais es un antiguo pueblo de pescadores reconvertido en villa turística, emana una atmósfera cosmopolita sin perder su encanto natural. Está ubicada a solo 30 kilómetros al Oeste de Lisboa.
Visitamos Cascais un domingo de junio en el año 2013. A pesar de que había amanecido con lluvia y no es ideal visitar la ribera portuguesa con esas condiciones climáticas, nos protegimos con vestimenta apropiada y allá fuimos. La línea verde del metro nos llevó a su última estación, Cais do Sodré, inaugurada en el año 1895, su trazado arquitectónico es moderado, su nombre está identificado con el Muelle de Sodré localizado en sus inmediaciones.
El viaje en tren demandó 35 minutos recorriendo la llamada línea costera de Lisboa, pasando bajo el puente colgante 25 de Abril que atraviesa el Río Tajo, por el costado de la Torre de Belem, y por muchos otros lugares que nos depararon magníficas vistas marinas.
Arribamos a la estación de Cascais, y el primer jalón fue la oficina de Turismo que a la par de brindarnos información nos ofrecieron en forma gratuita bicicletas, agradecimos y por razones de seguridad partimos caminando. A la fecha desconozco la forma de pedalear, admirar el paisaje y sacar fotografías, todo al mismo tiempo.
Cuando comenzamos a caminar por la villa, cesó la tenue llovizna y pudimos admirar construcciones de sobria arquitectura, muy buenos emprendimientos comerciales, calles con canteros florales y muy bien señalizadas, todo en un contexto de orden y limpieza. En las imágenes de Pergola House se puede apreciar una casa para turismo de habitación (cama y desayuno).
Así llegamos a un boulevard marítimo flanqueado de palmeras, farolas, mansiones y comercios por un lado, y por el otro cantero floral, palmeras, farolas y una amplia vereda con asientos que daban a la playa. Vale la pena mencionar las banderolas rojas con la inscripción: “Yo soy memoria y presente” – “Yo soy Cascais. Conóceme”, exactamente esto último es lo que queríamos hacer.
Estábamos en la Praia de la Ribeira o de los Pescadores, por la hora los visitantes se reducían a unos pocos niños acompañados de sus mayores. Una segunda imagen hace apreciar el espigón de hormigón que limita la playa de la Ribeira, hoteles, mansiones, otras playas, y en el horizonte una parte de la ciudad edificada en una loma.
Haciendo zoom en la última imagen se observa de izquierda a derecha: el Palacio Seixas, construido a principios del siglo XX, actualmente pertenece al Estado Mayor de la Armada. El emprendimiento Estoril Sol Residence sobre otro sector de la Costanera, uno de los nuevos proyectos más importantes de la zona. El Hotel Cascais Miragem, con ubicación estratégica, su piscina prácticamente se proyecta en la Praia da Rainha. A partir de su edificio se encadenan casas de moderna arquitectura.
En el otro extremo de la bahía, se encuentra el pequeño Puerto de los Pescadores, donde valió la pena apreciar la diversidad existente entre las coloridas pequeñas embarcaciones de pesca, como así también las redes y las trampas para langostas.
Al girar la cabeza del lado opuesto de la calzada se erigía frente al mar la mansión de nombre María Helena.
Me pareció interesante seccionar esta imagen para ir describiendo la fachada. En la planta superior se destaca en su parte central el arte del azulejo con la imagen de San Juan, Apóstol y Evangelista, acompañado de ornamentos. A ambos costados amplias ventanas muy bien resaltadas y un dintel con moldura de acero acanalada con adornos.
La planta que le sigue, totalmente ocupada por cinco ventanas enmarcadas con pilastras y arcos de medio punto. En su parte inferior central el nombre de la residencia, y a sus costados murales representando escenas marinas, todo en azulejos.
Sigue el primer piso, en el cual se destaca un balcón sobrevolado, al cual dan dos puertas ventanas que enmarcan un mural de azulejos con la inscripción: “El mar junto a mis pies cantando un himno igual a los himnos de Moisés”, acompañan a sus costados dos ventanas ovales decoradas. La planta baja, ausente en la foto, es muy sencilla.
No imagino observando desde el balcón una salida del sol sobre el horizonte del mar o degustando un cognac en una noche de luna llena.
Continuando nuestro camino, arribamos a la Marina de Cascais, con capacidad para 650 embarcaciones. Los yates y veleros anclados contrastaban con los colores vivos de las embarcaciones pesqueras del puerto anterior. Por tratarse de un puerto deportivo tiene una localización privilegiada que cuenta con un lujoso centro comercial y gastronómico. La segunda foto tomada desde un desnivel muestra en toda su magnitud a la marina, sus alrededores y parte de la ciudad. Sorprende la transparencia del agua que permite ver los cardúmenes de peces. La temperatura había cambiado y las condiciones de luz eran de lo más variable, sol radiante o parcialmente nublado.
La Cidadela. Fuerte de arquitectura militar renacentista edificado a partir del año 1589, ubicado en una posición dominante en una de las márgenes del Río Tajo a efecto de evitar en la Bahía de Cascais las incursiones amenazantes y permanentes de la armada inglesa, y más tarde como defensa de la piratería inglesa y francesa. Fue desactivado a comienzos del siglo XX, y adaptado su interior a la arquitectura de esa época. Actualmente es la residencia de verano del presidente de Portugal.
En una de las explanadas exteriores de la Cidadela se erige un monumento en homenaje al Rey Carlos I y a su espíritu de marino, se lo representa de pie en el borde de una embarcación mirando hacia la bahía, la base simboliza el mar.
Y llegamos a un lugar que es una síntesis del paisaje indescriptible de Cascais, se trata del Farol de Santa Marta, la Casa de Santa María y el Palácio do Conde de Castro Guimarães. No obstante considerando que en el regreso dispondríamos de más tiempo para visitarles, solo los contemplamos y seguimos nuestro camino, por lo tanto más adelante escribiré las descripciones individuales.
Doblamos por el Farol de Santa Marta y comenzamos a recorrer el paseo marítimo por la senda selectiva para peatones y ciclistas que se desarrolla paralela a la costa por un lado y a la Av. Rey Humberto II de Italia por el otro. El paisaje del litoral es de singular belleza, acompañado por agradables mansiones, terrazas solariegas, jardines, palmeras, etc., justificando que personas acaudaladas hicieran su zona de residencia en la Riviera Portuguesa.
Ya fuera del núcleo urbano el paisaje comenzó a cambiar, en el horizonte se confundía el azul claro del cielo con un azul más oscuro del mar, se recortaban sobre ellos las siluetas de barcos de gran porte, como así también algunos pescadores y gaviotas. El suelo se presentaba muy irregular: partes arenosas con algunos pastos duros y pequeños arbustos, rocas irregulares carbonatadas, pequeños acantilados.
Llegamos al objetivo de la larga caminata: la Boca do Inferno, cráter rocoso excavado en los acantilados por la erosión provocada por el oleaje y las lluvias que van generando cavidades en el interior de las rocas. Desde el mirador natural que hay sobre el acantilado disfrutamos de hermosas vistas, y un habitante del lugar nos relató que en los días de fuerte marejada o de temporal las olas rompen con violencia contra las paredes de la gruta, produciendo un ruido atronador, semejante a un rugido. Además nos hizo conocer un par de leyendas que se tejieron en torno al cráter que originaron su nombre.
Recordamos que era hora de comer, de los lugares posibles elegimos el Restaurante Mar do Inferno, su nombre hace referencia al infierno pero sus sabrosos platos de origen marino acompañados de vino portugués nos hicieron sentir en el paraíso. Instalaciones agradables con amplia vista al mar.
Antes de emprender el retorno, visitamos en sus inmediaciones una feria que ofrecía artesanías realizadas con productos extraídos del mar, antigüedades, bijouterie, mayólicas, etc. Este tipo de productos también fue objeto de nuestra curiosidad en puestos y tiendas de los lugares más frecuentados por los turistas.
Atravesamos un espacio público donde se ofrecían paseos por la ciudad en calesas de caballos y regresamos al sector que ex profeso omití describir. Lo primero fue tomarnos unas fotos personales como recuerdo.
Farol de Santa Marta. Construido en el año 1868, su altura es de 20 metros, está montado sobre una base cuadrangular y revestido de azulejos celeste y blanco. Señalización norte de la entrada a Lisboa. En su interior funciona un pequeño museo mostrando todo lo relacionado con los faros, lentes, balizas, etc., e inclusive exposición fotográfica sobre faros.
Casa de Santa María. Su construcción data del año 1902. Refleja arquitectura típica del Mediterráneo e influencia árabe. Se destacan recubrimientos decorativos en azulejos del siglo XVII, un magnífico techo de madera pintado al óleo y decoraciones doradas. Se utiliza para exposiciones, conferencias, etc.
Me quedé un buen rato observando la casa desde el puente y traté de imaginarla de noche a la luz de la luna, bajo esa premisa intenté trabajar la imagen.
Palácio do Conde de Castro Guimarães. Construcción del siglo XIX, es una mezcla de estilos, entre otros el Manuelino y el Renacentista, conserva su trazado original. Es un ejemplo de eclecticismo, unificador de varias corrientes arquitectónicas que le confirieron sentido monumentalista. Está rodeado de jardines y cuenta con una pequeña playa. Funciona un Museo que exhibe una biblioteca de colección superior a los 30 mil ejemplares.
Desandando nuestro camino, volvimos admirar el puertito de pescadores, y completar las imágenes anteriores del lugar con otras que muestran coloridas barcazas confundidas con el paisaje urbano, el playón con los remolques de las embarcaciones, la rampa de botación al mar, las tablas de surf y lanchas en el dock, las casetas de vestuario, las trampas para langostas, aparejos pesqueros, etc., y por último Olga aferrada a una monumental ancla que le proporcionó un paréntesis a la sostenida caminata.
Un nuevo pequeño intervalo a la sombra de una palmera en la avenida lindera al mar dio lugar a una nueva imagen y concebir más tarde una foto espejo del lugar.
Decidimos visitar el Centro Histórico, no sin antes pasar por la coqueta plaza Luis de Camoes, rodeada de restaurantes eminentemente turísticos y con un monumento central recordatorio a tan distinguido poeta portugués.
Llegamos a la Plaza del Ayuntamiento – Praça 5 de Outubro, nos sorprendió en el solado de piedras blancas y azules de su explanada la disposición en forma de ondas que lo asemeja al mar. Se destaca el monumento en bronce homenaje al Rey Don Pedro I. Los edificios a su alrededor son muy sencillos, no obstante llaman la atención: el Edificio do Relógio declarado de interés público, el edificio donde funciona el Residencial Parsi que ofrece bed and breakfast, en la planta baja funciona el Bar O’Neill’s ideal para hacer un alto y disfrutar de un trago, y por las noches recrearse en su Irish Pub.
El edificio del Ayuntamiento muestra su fachada con balcones en su contorno decorados con maceteros bien floridos. En el espacio entre balcones emergen grandes murales de figuras religiosas, realizadas en el precioso arte de azulejo tradicional con decoraciones en su derredor. La imagen muestra el mural de San Antonio. En el interior del edificio funciona el Museo da Vila que le permite a sus visitantes recorrer toda la historia de Cascais.
Aprovechamos a deambular por calles de la villa, algunas peatonales y pavimentadas con pequeñas piedras. Encontramos restaurantes típicos ofreciendo frutos de mar y las tradicionales sardinhas and french fries. Casas de típica arquitectura marina, blancas, algunas muy antiguas ornamentadas con azulejos, otras deterioradas.
Vale la pena mencionar la existencia del Barrio de los Museos, sector dedicado al Arte que representa la memoria, la tradición y el patrimonio, está integrado por 15 museos y 2 parques. Al margen de los comentados anteriormente, otros que contemplamos fueron:
Centro Cultural de Cascais. Erigido en el edificio secular que ocupó el Convento de Nossa Senhora da Piedade.
Museu do Mar Rey Don Carlos. Temática relacionada a la etnografía marítima. Exhibe la historia de la comunidad pesquera de la región. El mar y el origen de la vida. Artefactos y objetos de navegación y marinería.
A Casa das Histórias Paula Rego. Es una construcción que comprende varios cuerpos de color rojo rodeados de arboles. Dedicado a la artista portuguesa Paula Rego de la cual se exhibe permanentemente sus obras, acompañadas de dos exposiciones temporarias.
Museo de la Música Portuguesa – Casa Verdades de Faria. El edificio es un donativo de un acaudalado hombre ligado al comercio y finanzas para perpetuar el nombre de su esposa. El edificio fue valorado en los años 20 del siglo pasado con revoques pintados, vidrieras y azulejos del siglo XVIII de gran originalidad provenientes de antiguos palacios y capillas. Durante la corta visita a su patio, advertimos jóvenes estudiantes relevando los revestimientos de azulejos.
Nos despedimos de la Vila de Cascais con la imagen que anuncia la proximidad de los 650 años de autonomía a cumplirse en el año 2014.
Camino a Estoril. En el trayecto a la estación de tren, el sol reinante nos hizo optar por un sendero peatonal en lugar del tren. Es un paseo pintoresco que transcurre paralelo al mar, en el cual se entremezclan turistas y nativos, peatones y ciclistas. Se divisan antiguas y ostentosas propiedades, apartamentos y hoteles. En la vereda se localizan pequeños establecimientos de edificación precaria (chiringuitos) para degustar comidas rápidas entre las cuales no faltan los mariscos y pescados, alternando con restaurantes típicos y coloridos.
Llegamos a Estoril, localidad que posee un pasado asociado al turismo de lujo, dado el estatus neutral de Portugal durante la Segunda Guerra Mundial cobijó a monarcas destronados, aristócratas, políticos exiliados y espías, que tenían la posibilidad de reunirse allí. Eso motivó leyendas de espionaje, conspiraciones e intrigas. Es conocido en el ámbito deportivo por contar con un autódromo que fue sede del Gran Premio de Portugal de F1 durante 12 años, actualmente se disputa el Moto GP y la fórmula A1 Grand Prix. También Estoril es escenario del ATP International Series de tenis. En el ámbito artístico se destaca su Festival de Música Internacional.
A través de un túnel cruzamos las vías del tren y la carretera que está bordeada de palmeras y canteros florales, accediendo a la principal plaza de la ciudad, que nos separaba del imponente Casino de Estoril, uno de los más grandes de Europa, construido en la segunda década del siglo XX.
Accedimos al interior del Casino en forma gratuita, previamente debimos depositar el equipo fotográfico en las cajas de seguridad. Nos encontramos con un enorme salón exento de columnas, en el cual prevalecían un millar de máquinas tragamonedas y, más atrás, apostadores y mirones se agolpaban alrededor de ruletas, mesas de poker, de black jack y juegos virtuales de carreras de caballos. A pesar de la hora la cantidad de gente jugando era considerable. Cuenta con varios restaurantes, buen buffet de comidas, un auditorio donde se celebran espectáculos de teatro, shows artísticos, cabaret musical. Nos llamó la atención una sala destinada a exponer arte.
En las inmediaciones del Casino, encontramos el BIG - Banco de Inversiones Global de Estoril y el ingreso al parking del Hotel Palacio Estoril.
Nos dirigimos a la Playa Tamariz, la más conocida y frecuentada de Estoril, donde había gente disfrutando del sol. La baranda que limita la playa nos direccionó la vista a uno de los restaurantes más cercano al mar. En las inmediaciones existen otros bares y chiringuitos, todos con vistas al mar y en los cuales predominan los platos de distintos tipos de pescados.
Acercándonos en la imagen, se observa el Chalet Barros que acompaña todas las fotos de la playa y el palmar de su jardín interior. Además, se ven edificaciones y playas vecinas. El chalet Barros, también conocido como el Castillo de Estoril por su aspecto de fortificación medieval, fue construido en el año 1894 sobre las ruinas de un antiguo fuerte por su dueño Joao M. de Barros. Nos sorprendió en su torre superior la bandera brasileña.
Otra imagen de la playa propiamente dicha muestra un cartel con la prohibición de la presencia de mascotas y el alquiler de reposeras para sol y de sombrillas, es una playa muy frecuentada y tranquila.
Antes de finalizar la visita no dejamos de visitar la Pastelaria Garrett. Lugar emblemático que ofrece 80 años de experiencia en pasteles, de los cuales se duda en la elección de: ¿dulces o salados?, tanto para el desayuno como para la merienda. Los espías eran asiduos visitantes y dio lugar a que se tejieran muchas leyendas.
Nos dirigimos a la Estación del Tren para regresar a Lisboa, no sin antes tomar una foto de lo que fue la estación antigua.
Así conocimos parte de la Riviera Portuguesa, tanto Cascais como Estoril están colmados de glamour y carisma. Disfrutamos de una diversidad de atractivos, ya sean naturales o por obra del hombre, de la gentileza de su gente, de su arte, de sus artesanías y antigüedades, del sabor de su gastronomía, del orden, señalizaciones y limpieza tanto de sus calles como del transporte, de las casas, de los edificios frecuentado por los turistas.
Ya fuera del núcleo urbano el paisaje comenzó a cambiar, en el horizonte se confundía el azul claro del cielo con un azul más oscuro del mar, se recortaban sobre ellos las siluetas de barcos de gran porte, como así también algunos pescadores y gaviotas. El suelo se presentaba muy irregular: partes arenosas con algunos pastos duros y pequeños arbustos, rocas irregulares carbonatadas, pequeños acantilados.
Llegamos al objetivo de la larga caminata: la Boca do Inferno, cráter rocoso excavado en los acantilados por la erosión provocada por el oleaje y las lluvias que van generando cavidades en el interior de las rocas. Desde el mirador natural que hay sobre el acantilado disfrutamos de hermosas vistas, y un habitante del lugar nos relató que en los días de fuerte marejada o de temporal las olas rompen con violencia contra las paredes de la gruta, produciendo un ruido atronador, semejante a un rugido. Además nos hizo conocer un par de leyendas que se tejieron en torno al cráter que originaron su nombre.
Recordamos que era hora de comer, de los lugares posibles elegimos el Restaurante Mar do Inferno, su nombre hace referencia al infierno pero sus sabrosos platos de origen marino acompañados de vino portugués nos hicieron sentir en el paraíso. Instalaciones agradables con amplia vista al mar.
Antes de emprender el retorno, visitamos en sus inmediaciones una feria que ofrecía artesanías realizadas con productos extraídos del mar, antigüedades, bijouterie, mayólicas, etc. Este tipo de productos también fue objeto de nuestra curiosidad en puestos y tiendas de los lugares más frecuentados por los turistas.
Atravesamos un espacio público donde se ofrecían paseos por la ciudad en calesas de caballos y regresamos al sector que ex profeso omití describir. Lo primero fue tomarnos unas fotos personales como recuerdo.
Farol de Santa Marta. Construido en el año 1868, su altura es de 20 metros, está montado sobre una base cuadrangular y revestido de azulejos celeste y blanco. Señalización norte de la entrada a Lisboa. En su interior funciona un pequeño museo mostrando todo lo relacionado con los faros, lentes, balizas, etc., e inclusive exposición fotográfica sobre faros.
Casa de Santa María. Su construcción data del año 1902. Refleja arquitectura típica del Mediterráneo e influencia árabe. Se destacan recubrimientos decorativos en azulejos del siglo XVII, un magnífico techo de madera pintado al óleo y decoraciones doradas. Se utiliza para exposiciones, conferencias, etc.
Me quedé un buen rato observando la casa desde el puente y traté de imaginarla de noche a la luz de la luna, bajo esa premisa intenté trabajar la imagen.
Palácio do Conde de Castro Guimarães. Construcción del siglo XIX, es una mezcla de estilos, entre otros el Manuelino y el Renacentista, conserva su trazado original. Es un ejemplo de eclecticismo, unificador de varias corrientes arquitectónicas que le confirieron sentido monumentalista. Está rodeado de jardines y cuenta con una pequeña playa. Funciona un Museo que exhibe una biblioteca de colección superior a los 30 mil ejemplares.
Desandando nuestro camino, volvimos admirar el puertito de pescadores, y completar las imágenes anteriores del lugar con otras que muestran coloridas barcazas confundidas con el paisaje urbano, el playón con los remolques de las embarcaciones, la rampa de botación al mar, las tablas de surf y lanchas en el dock, las casetas de vestuario, las trampas para langostas, aparejos pesqueros, etc., y por último Olga aferrada a una monumental ancla que le proporcionó un paréntesis a la sostenida caminata.
Un nuevo pequeño intervalo a la sombra de una palmera en la avenida lindera al mar dio lugar a una nueva imagen y concebir más tarde una foto espejo del lugar.
Decidimos visitar el Centro Histórico, no sin antes pasar por la coqueta plaza Luis de Camoes, rodeada de restaurantes eminentemente turísticos y con un monumento central recordatorio a tan distinguido poeta portugués.
Llegamos a la Plaza del Ayuntamiento – Praça 5 de Outubro, nos sorprendió en el solado de piedras blancas y azules de su explanada la disposición en forma de ondas que lo asemeja al mar. Se destaca el monumento en bronce homenaje al Rey Don Pedro I. Los edificios a su alrededor son muy sencillos, no obstante llaman la atención: el Edificio do Relógio declarado de interés público, el edificio donde funciona el Residencial Parsi que ofrece bed and breakfast, en la planta baja funciona el Bar O’Neill’s ideal para hacer un alto y disfrutar de un trago, y por las noches recrearse en su Irish Pub.
El edificio del Ayuntamiento muestra su fachada con balcones en su contorno decorados con maceteros bien floridos. En el espacio entre balcones emergen grandes murales de figuras religiosas, realizadas en el precioso arte de azulejo tradicional con decoraciones en su derredor. La imagen muestra el mural de San Antonio. En el interior del edificio funciona el Museo da Vila que le permite a sus visitantes recorrer toda la historia de Cascais.
Aprovechamos a deambular por calles de la villa, algunas peatonales y pavimentadas con pequeñas piedras. Encontramos restaurantes típicos ofreciendo frutos de mar y las tradicionales sardinhas and french fries. Casas de típica arquitectura marina, blancas, algunas muy antiguas ornamentadas con azulejos, otras deterioradas.
Vale la pena mencionar la existencia del Barrio de los Museos, sector dedicado al Arte que representa la memoria, la tradición y el patrimonio, está integrado por 15 museos y 2 parques. Al margen de los comentados anteriormente, otros que contemplamos fueron:
Centro Cultural de Cascais. Erigido en el edificio secular que ocupó el Convento de Nossa Senhora da Piedade.
Museu do Mar Rey Don Carlos. Temática relacionada a la etnografía marítima. Exhibe la historia de la comunidad pesquera de la región. El mar y el origen de la vida. Artefactos y objetos de navegación y marinería.
A Casa das Histórias Paula Rego. Es una construcción que comprende varios cuerpos de color rojo rodeados de arboles. Dedicado a la artista portuguesa Paula Rego de la cual se exhibe permanentemente sus obras, acompañadas de dos exposiciones temporarias.
Museo de la Música Portuguesa – Casa Verdades de Faria. El edificio es un donativo de un acaudalado hombre ligado al comercio y finanzas para perpetuar el nombre de su esposa. El edificio fue valorado en los años 20 del siglo pasado con revoques pintados, vidrieras y azulejos del siglo XVIII de gran originalidad provenientes de antiguos palacios y capillas. Durante la corta visita a su patio, advertimos jóvenes estudiantes relevando los revestimientos de azulejos.
Nos despedimos de la Vila de Cascais con la imagen que anuncia la proximidad de los 650 años de autonomía a cumplirse en el año 2014.
Camino a Estoril. En el trayecto a la estación de tren, el sol reinante nos hizo optar por un sendero peatonal en lugar del tren. Es un paseo pintoresco que transcurre paralelo al mar, en el cual se entremezclan turistas y nativos, peatones y ciclistas. Se divisan antiguas y ostentosas propiedades, apartamentos y hoteles. En la vereda se localizan pequeños establecimientos de edificación precaria (chiringuitos) para degustar comidas rápidas entre las cuales no faltan los mariscos y pescados, alternando con restaurantes típicos y coloridos.
Llegamos a Estoril, localidad que posee un pasado asociado al turismo de lujo, dado el estatus neutral de Portugal durante la Segunda Guerra Mundial cobijó a monarcas destronados, aristócratas, políticos exiliados y espías, que tenían la posibilidad de reunirse allí. Eso motivó leyendas de espionaje, conspiraciones e intrigas. Es conocido en el ámbito deportivo por contar con un autódromo que fue sede del Gran Premio de Portugal de F1 durante 12 años, actualmente se disputa el Moto GP y la fórmula A1 Grand Prix. También Estoril es escenario del ATP International Series de tenis. En el ámbito artístico se destaca su Festival de Música Internacional.
A través de un túnel cruzamos las vías del tren y la carretera que está bordeada de palmeras y canteros florales, accediendo a la principal plaza de la ciudad, que nos separaba del imponente Casino de Estoril, uno de los más grandes de Europa, construido en la segunda década del siglo XX.
Accedimos al interior del Casino en forma gratuita, previamente debimos depositar el equipo fotográfico en las cajas de seguridad. Nos encontramos con un enorme salón exento de columnas, en el cual prevalecían un millar de máquinas tragamonedas y, más atrás, apostadores y mirones se agolpaban alrededor de ruletas, mesas de poker, de black jack y juegos virtuales de carreras de caballos. A pesar de la hora la cantidad de gente jugando era considerable. Cuenta con varios restaurantes, buen buffet de comidas, un auditorio donde se celebran espectáculos de teatro, shows artísticos, cabaret musical. Nos llamó la atención una sala destinada a exponer arte.
En las inmediaciones del Casino, encontramos el BIG - Banco de Inversiones Global de Estoril y el ingreso al parking del Hotel Palacio Estoril.
Nos dirigimos a la Playa Tamariz, la más conocida y frecuentada de Estoril, donde había gente disfrutando del sol. La baranda que limita la playa nos direccionó la vista a uno de los restaurantes más cercano al mar. En las inmediaciones existen otros bares y chiringuitos, todos con vistas al mar y en los cuales predominan los platos de distintos tipos de pescados.
Acercándonos en la imagen, se observa el Chalet Barros que acompaña todas las fotos de la playa y el palmar de su jardín interior. Además, se ven edificaciones y playas vecinas. El chalet Barros, también conocido como el Castillo de Estoril por su aspecto de fortificación medieval, fue construido en el año 1894 sobre las ruinas de un antiguo fuerte por su dueño Joao M. de Barros. Nos sorprendió en su torre superior la bandera brasileña.
Otra imagen de la playa propiamente dicha muestra un cartel con la prohibición de la presencia de mascotas y el alquiler de reposeras para sol y de sombrillas, es una playa muy frecuentada y tranquila.
Antes de finalizar la visita no dejamos de visitar la Pastelaria Garrett. Lugar emblemático que ofrece 80 años de experiencia en pasteles, de los cuales se duda en la elección de: ¿dulces o salados?, tanto para el desayuno como para la merienda. Los espías eran asiduos visitantes y dio lugar a que se tejieran muchas leyendas.
Nos dirigimos a la Estación del Tren para regresar a Lisboa, no sin antes tomar una foto de lo que fue la estación antigua.
Así conocimos parte de la Riviera Portuguesa, tanto Cascais como Estoril están colmados de glamour y carisma. Disfrutamos de una diversidad de atractivos, ya sean naturales o por obra del hombre, de la gentileza de su gente, de su arte, de sus artesanías y antigüedades, del sabor de su gastronomía, del orden, señalizaciones y limpieza tanto de sus calles como del transporte, de las casas, de los edificios frecuentado por los turistas.
Estimado Ignacio, muy bonitas las fotos excelente el paseo...un abrazo jose Martina
ResponderEliminarEXCELENTE IGNACIO PORRO .......
ResponderEliminarIgnacio: lo felicito por el buen gusto, tanto para la selección de imágenes como por las palabras que las acompañan. Silvina Báez
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