jueves, 21 de diciembre de 2017

SYDNEY 3 – AUSTRALIA.

Finalizada la actividad institucional-comercial, y favorecidos por la ausencia de vuelos a Argentina durante el fin de semana, nos decidimos a vivir Sydney.
La jornada comenzó muy temprano, a las 05:30 horas sonó en forma estridente la alarma en el hotel, por supuesto: anuncio de una emergencia. Prestamente caja de seguridad, valores, pasaporte, de paso el bolso fotográfico y a descender los cinco pisos que me separaban del lobby. Por las escaleras un tropel de personas bajaba en forma ruidosa, desordenada, y luciendo camisones, pijamas y otras prendas íntimas.
Los recepcionistas solo comentaban que se había producido un principio de incendio en el contrafuerte del edificio, y quince minutos más tarde nos indicaron que podíamos regresar a nuestros cuartos. Hoy, aún tengo la duda si fue un simulacro, una falsa alarma o en cambio reconocer la eficiencia de los bomberos.
Aprovechamos a planificar nuestra jornada con el material informativo que disponíamos y decidir qué nos convenía: tomar un tour, o utilizar los servicios de los ómnibus Hop on – Hop off, o dejar todo librado a nuestra buena estrella. Optamos por esta última y allá fuimos.
El metro de dos niveles nos llevó a la Bahía de Jackson, precisamente a Circular Quay Wharf, a pesar de su nombre se trata de una ensenada prácticamente cuadrada que alberga 6 muelles utilizados por los ferries y otros medios de transporte fluviales muy requeridos por el turismo.
Nuestra primer imagen de la zona fue icónica, a nuestra izquierda el inmenso Sydney Harbour Bridge, enclavado en el histórico barrio On the Rocks, lugar donde desembarcó en el año 1788 el capitán Cook, primero en arribar a territorio australiano. Todo rodeado por agua proveniente del Río Parramatta que con la colaboración solar lucía de un intenso azul, girando hacia la derecha nos dábamos con el edificio de la Sydney Opera House.
La zona puede definirse como un hub de transporte acuático. Nos llamó la atención que las embarcaciones llevaban en su mayoría nombre de mujeres.
Mientras esperábamos la partida del ferry, aprovechamos para registrar la vista que nos ofrecía On the Rocks. Identificamos de izquierda a derecha: Museum of Contemporary Art, que alberga obras nacionales e internacionales. Overseas Passenger Terminal, a la cual arriban los cruceros transatlánticos de mayor calado. En un segundo plano: Cadman’s Cottage, la residencia más antigua de la zona, construida en 1816, transformada en un centro de información. The Rocks Discovery Museum ubicado en un almacén de arenisca restaurado de 1850 que alberga una colección única de imágenes y artefactos arqueológicos y cuenta la historia de la zona hasta el presente. On the Rocks es el barrio más bohemio de Sydney, el cual aglutina arquitectura colonial del siglo XIX con calles adoquinadas, donde funcionan pubs, galerías de arte, locales de música en vivo, restaurantes, boutiques, cafeterías, etc.
Las imágenes en su extremo derecho muestran los Pilones del arco del puente que son de concreto recubierto con granito y de 89 metros de alto. Ofrece una vista espectacular de 360º de Sydney a la vez que en tres niveles internos exhibe la génesis del puente.
Sydney Harbour Bridge, es un puente construido sobre el puerto de la ciudad, atraviesa la bahía y conecta al Centro Financiero. Se puede cruzar en tren, en automóvil, en bicicleta o caminando. Su construcción demandó más de 8 años y se abrió al público en Marzo de 1932. Algunos datos técnicos: el quinto más largo de su categoría a nivel mundial, mide 1.149 metros de largo, 49 metros de ancho, su arco de 134 metros desde su parte más alta hasta el nivel del agua y en su parte más baja alcanza los 18 metros. Para su construcción se utilizaron 6 millones de remaches y 52.800 toneladas de acero.
Y… llegó la hora de la partida de nuestro ferry con destino al Taronga Zoo. El comienzo de la navegación nos permitió divisar bajo el arco del Harbour Bridge en su extremo norte un parque de atracciones. Se trata del Luna Park que está abierto desde el año 1935, este histórico parque está ubicado en Milsons Point, lugar que albergó una serie de talleres, grúas y vías férreas utilizadas en la construcción del Harbour Bridge.
A continuación estuvimos frente a un patrimonio de la humanidad: The Opera House, su diseño estuvo a cargo del arquitecto danés Jorn Utzon, inaugurada en diciembre 1973 y considerada como una de las obras arquitectónicas más importante, vanguardista e innovadora del siglo XX. Su magnífica ubicación, su maravillosa arquitectura y la excelente programación de eventos hacen que la visiten más de cuatro millones de personas por año. Por sus instalaciones desfilaron las más diversas e importantes personalidades internacionales.
Su techo está diseñado como 10 velas náuticas revestidas por más de un millón de baldosas cerámicas previstas para contrarrestar la luz del sol, adquiriendo un brillo especial al amanecer y al atardecer. La altura del tejado es de 67 metros de alto.
Cuenta con tres espacios de concurrencia pública, la sala de concierto con capacidad para 2.700 personas, la sala de teatro de ópera con 1.500 asientos, y un área destinada al restaurante y cafetería. Al margen de los eventos indicados también se desarrollan espectáculos de arte dramático, ballet, música clásica, musicales, comedia y teatro general. Todo ello la asemeja a un gran barco de origami.
Durante la navegación me sorprendió el dialogo de dos niños cuya mirada estaba dirigida al Centro Financiero, ¿estarían planificando su futuro?
También yo, fui sorprendido por una cámara indiscreta.
La visual desde la barandilla del ferry destacaba en la línea del horizonte: la dorada Torre de Sydney, el Centro Financiero, la Opera; y en primer plano una pequeña isla, originalmente llamada Pinchgut, con una construcción del tipo fortificación colonial. 
La isla y su construcción hoy responden al nombre de Fort Denison, un antiguo penal a cielo abierto, transformado luego en una instalación defensiva. Fue construido en el año 1841 y cerrado en el año 1930, actualmente es una instalación turística con un restaurante de alto nivel internacional, espacio funcional y pequeña reserva natural. En recuadro su torre de observación, Martello.
Luego de navegar 20 minutos arribamos al muelle del zoológico, al trasponer su ingreso nos dimos con su cartel de bienvenida. 
Un teleférico, Sky Safari, que constaba de varias cabinas, nos transportó hasta la plazoleta del ingreso principal del Taronga Zoological Park, situado en lo más alto de la colina de 28 Ha que ocupa el zoológico. Durante el trayecto pudimos apreciar el lugar estratégico que ocupa como hábitat para los distintos ejemplares, como también paisajes naturales terrestres, fluviales y citadinos, estos últimos con impronta humana de avanzada.
El zoológico, uno de los mejores del mundo, tiene 4.000 ejemplares que se corresponden a 380 especies, representativas de todos los continentes. Fue diseñado basado en el concepto de zoológico sin jaulas.
Nos proveyeron de folletos que indicaban el camino principal, los senderos, los atajos, el lugar de exhibición de las distintas especies, los horarios de las charlas de sus encargados, las disponibilidades y ubicaciones de los servicios para los visitantes. 
Nuestra primera visita fue al área de los Koalas, especie de marsupial endémico de Australia. Sus extremidades hacen que se mantenga cómodo sobre los arboles en especial en los eucaliptus, cuyas hojas son su principal alimento y proveedoras de líquido. Pueden dormir hasta 18 horas por día sujetos a las horquetas de los arboles, poniéndose bastantes nerviosos cuando se los despierta; y, ¿por qué no un recuerdo?
Nos sorprendieron la cantidad de Helechos y más aún Aves en libertad, estas últimas anilladas en sus patas con la identificación de la estación.
Un ejemplar de Ibis Blanco Australiano exhibía toda su belleza, mientras otro aguardaba el paso del teleférico. Sobre esta especie escribí en el blog correspondiente a la segunda parte de Sydney.
En el terrario, vidrio de por medio, obtuve estas imágenes de un ejemplar de Iguana Australiana y otro de Tortuga Verde. Mientras que en total libertad se exhibían un par de Tortugas Terrestres provenientes de las Islas Galápagos.
Llegamos al recinto de los más altos de todas las especies de animales terrestres existentes, las Jirafas, varios ejemplares disfrutaban del alimento preferido, hojas y brotes. A la vez que la visual favorecida por su altura les hacía contemplar el paisaje de Sydney y sus alrededores.
Sus vecinos eran otros representantes africanos, las Cebras, estos animales se destacan por las rayas de su pelaje que son igual de únicas que las huellas dactilares humanas.
Nos dirigimos al área de los Elefantes Asiáticos, de tamaño más pequeño de sus parientes africanos, están provistos de gran cabeza, trompa larga y musculosa, patas en forma de columna, cuerpo en forma de barril. Las imágenes son descriptivas de la relación familiar.
No muy lejos nos encontramos con el aposento del Tigre de Sumatra, principal enemigo de los elefantes asiáticos.
En un estanque artificial pudimos apreciar el desplazamiento del León Marino Australiano, especie de mamífero endémico. Cazado casi hasta la extinción, pero protegido actualmente.
No podían faltar esos simpáticos mamíferos sociables como pocos y provenientes de los desiertos africanos: las Suricatas. Generalmente se los ve en posición erguida sobre sus dos patas traseras y su cola (un verdadero trípode) y su pelaje erizado, ya sea vigilando en búsqueda de presas o para evitar ser sorprendidas por sus depredadores.
Siguiendo nuestro camino nos encontramos con un desnivel rocoso grande, disfrutando del mismo estaba un grupo de Tarh del Himalaya, mamífero emparentado con la cabra salvaje, como su nombre lo indica habita en las montañas del Himalaya.
Un balcón en un recodo del camino nos permitió deleitarnos con un paisaje, que anteriormente titulé icónico por representar los principales símbolos de Sydney. Imagínense en un lugar rodeado de vida salvaje única en su tipo, del verde aportado por monte exuberante, salpicado por flores, helechos y aves y poder desde allí plasmar imágenes de: The Opera House, The Harbour Bridge, The Central Business District, el barrio bohemio On the Rocks, la Terminal de Pasajeros de Ultramar, construcciones coloniales, marinas, medios de transporte acuáticos como veleros, taxis, ferries, etc.
¿Por qué no? Fotografiar la Casa de la Opera con la iluminación natural vigente, otra imagen transformada en blanco y negro, y especular como se vería en las últimas horas de la tarde de un día soleado.
Era hora de emprender el regreso, pero había tiempo de una foto para el recuerdo. Nos hubiese gustado seguir recorriendo el zoo, pero los horarios son para cumplirse y en el muelle de partida nos aguardaba el transbordador. Me quedó grabado el significado en lengua aborigen de Taronga: “vista hermosa”.
Arribados al muelle en Circular Quay, era hora de almuerzo y nada mejor que hacerlo al aire libre en la explanada más baja que limita a la Casa de la Opera con la Ensenada, ocupada por restaurantes y bares.
El lugar, la temperatura, el gentío, el tiempo disponible, no daba para más que un fish and french fries potatoes acompañado de cerveza artesanal australiana. 
Ahora, aprovechar la escalinata monumental de ingreso a la Casa de la Opera y a tomar algunas imágenes. Por ejemplo parte del entorno ocupado por el Jardín Botánico, isla verde gigante pegado a la bahía.
O la escalinata propiamente dicha, incluyendo a los espectadores concurriendo al espectáculo vespertino
O el Sydney Harbour Bridge. Este puente sirve de plataforma de lanzamiento de los fuegos artificiales para celebrar la llegada de cada Año Nuevo, ¡qué espectáculo! 
No podía dejar de registrar un recuerdo con el puente de fondo y graficar el Bridge Climb Tour. 
¿De qué se trata este tour? Si analizamos las fotografías siguientes, podemos observar el desplazamiento de tres grupos de personas en el arco del puente, cuya altura máxima alcanza los 134 metros. Es una aventura inolvidable que demanda de 3 a 5 horas a través de pasarelas y escaleras, para trepar 1.300 escalones. El grupo recibe adiestramiento previo, arneses y ropa especialmente diseñada para seguridad. 
No está permitido llevar cámaras fotográficas y en la cima se les obsequia con una foto grupal.
Foto tomada de bridgeclimb.com
Desde allí nos trasladamos a visitar St. Mary Cathedral, la madre de las iglesias católicas en Australia. Había comenzado la ceremonia de un casamiento y no se nos permitió ingresar, no obstante pudimos observar los autos Rolls Royce que integraban la caravana de autos de los novios.
Está ubicada junto a la Plaza Hyde Park en mitad del corazón del distrito financiero y de compras de lujo. Su estilo neogótico data del año 1868. El templo en su exterior se distingue por sus rosetones, pináculos y sus dos agujas gemelas que dada su altura es un punto de referencia para desplazarse por la zona.
Excepto los días sábado la ciudad queda vacía a las 20 horas. Hoy a la hora de cenar nos sorprendió la cantidad de gente que se agolpaba en los restaurantes, bares, cafés y comercios en general. Una curiosidad fue que los comercios dedicados a peluquería y fisioterapia pese a la hora trabajaban normalmente, sus empleados eran en general de origen asiático.
Finalizamos la jornada en Darling Harbour observando fuegos artificiales junto a ciudadanos del lugar y turistas. 

Como complemento de esta jornada incluyo algunas tomas fotográficas intervenidas.

Próximamente, la cuarta parte.

3 comentarios:

  1. Bellísimas las fotos, Ignacio!!! El relato y las descripciones superlativos... Felices Fiestas! Logros y éxitos en el 2018. Un abrazo. Carmen Bazán

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  2. Me encantó este viaje a Sydney!muy bueno tu relato y las fotografías excelentes! Gracias Ignacio. Feliz 2018!!

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